martes, 9 de agosto de 2011

Día de la Pachamama - Crónica


Este invierno, viajando por los valles Calchaquies de Tucumán y Salta, conocimos junto a Ali, mi mujer, lo que es la celebración de la Pachamama, considerada por muchos de los habitantes del noroeste argentino como el comienzo de un año nuevo.
Esto es porque a partir de agosto aparecen los primeros brotes y la vida de la naturaleza comienza a salir de su invernal letargo.

La Pachamama o Madre Tierra, la naturaleza, la vida se la celebra con reuniones, cantos, ofrendas y ceremonias.

Pasando por Amaicha del Valle, nos enteramos de este acontecimiento y decidimos quedarnos para vivirlo.

Este es un pueblo ubicado a medio camino entre Tafí del Valle (Tucumán) y Cafayate (Salta), a unos 20km de las ruinas de los indios Quilmes. Según el cartel que esta en su entrada, cuenta con 5000 habitantes y esta a 2000 metros de altura.
Amaicha es muy conocida por los festejos de carnaval que se realizan en febrero, los cuales son multitudinarios y dicen que son organizados más con fines turisticos En cambio, esta celebración es más íntima y profunda.

Cuando llegamos el 31 a la tarde, el pueblo estaba con muy poco movimiento y si uno no viene con el dato es muy posible que se pierda lo que estaba por pasar. Por lo poco que sabiamos, algunas casas de familia y un centro cultural eran los lugares donde la gente se reuniría para, a partir de medianoche, comenzar la vigilia, la cual culminaría con los rituales del amanecer y del mediodía del primero.

Por las cosas de la vida, encontramos a la familia Andrade, lugareños, descendientes de pobladores originarios. Muy bien no se a que rama aborigen pertenecen, por la zona existieron varias, desde los Diaguitas, Quilmes, Tafís u otras. Lo cierto es que sí se que son personas sencillas, abiertas, generosas y agradecidas de la naturaleza.

Su casa, un rancho con su pequeño huerto (mayormente viñas), gallinas, caballos y un patio rebosante de hospitalidad.Nos abrieron sus puertas y su corazón.

Llegamos a eso de las once de la noche y hasta las doce, compartimos una ronda de fraternidad, guitarreada, chistes verdes y un poco de baile, todo esto alrededor de una fogata que intentaba aplacar el intenso frio que caía sobre el pueblo y toda la argentina (¿recuerdan ese fin de semana de frio?)

Al dar las doce, como si fuera el año nuevo tal como lo conocemos (el del 31 de diciembre), hubo saludos para todos y a brindar con té de ruda, según la tradición. Parece ser que la ruda cura y limpia. Y ahí, sin más preambulo, la reunión se terminó y eso sí, quedamos para los que quisieran participar, a las 7 am en el mismo lugar.

Frío, frío y mucho frio a esa hora. Ahi estuvimos, preparandonos para el momento, tomando más té de ruda (todo el que iva debia tomarlo, tal cual reza la costumbre). En grandes ollas comienza a cocinarse el maiz para el locro que se comerá al mediodía. Más gente llega, el corazón se agranda y somos como unas treinta personas.

Los dueños de casas, una pareja mayor (el 83 y ella 77, aunque para mi la anotaron mal y tiene mas) no paran de organizar y a atender a todos. Llegan sus hijos mayores (son los dos que aparecen junto a la doña en los videos)

Comienza el ritual, se queman hierbas a manera de incienso y se hace un proceso de limpieza, de las personas,de la casa y alrededores. El próximo paso es ir hacia un pequeño cerro, a unos 200 metros de la casa. Todos en fila india, por detras de Doña Celia, que atavidad con su poncho rojo, una vincha ceremonial y una pluma en la mano, se encarga de llevar adelante la congregación.
En la tradición de la celebración, las mujeres más ancianas (y sabias) son las que hacen de comunicación con la Pachamama.

En el cerro, junto a una bandera de la comunidad aborigen, nos reunimos alrededor de una apacheta. Esta es una pila de piedras, de caracter sagrado.

Allí uno de los hijos, hace un pozo en el piso, preparando el lugar para las ofrendas. En ese momento, Doña Celia da la bienvenida al padre Sol, Inti, que en ese instante aparece por encima de los cerros que rodean amaicha. Los rayos de sol no dan en la cara y es una experiencia bastante indescriptible. (Ver video Ceremonia en el dia..)



Luego nos desplazamos unos metros, abajo de un árbol cercano, buscando una piedra que fue elegida previamente. Esta piedra la dan vuelta y hacen una predicción de como será el año. Hablando de sequía, lluvias y trabajo. La pachamama es la fiesta de la fertilidad y los pueblos agricolas necesitan mucho de la naturaleza. (Ver video Lectura de la piedra)


Como última acción del ritual, se hacen las ofrendas a la Pachamama. Estas las podimos presenciar afortunadamente en el hotel donde estabamos por, que por casualidad, los Andrade tenía relación con el dueño del hotel y por no se que intercambio, hicieron parte de la ceremonia allí.(Ver video Ofrendas y palabras)



Como toda la mañana, hacia mucho frío y mucho viento. En el video un poco se mete el sonido del viento y no deja escuchar bien las palabras que se dicen.
En las ofrendas además de doña Celia que oficia como principal conductora, todos participan dejando en el pozo, todo tipo de regalos: agua, maiz, semillas, romero, vino, cerveza, papa, pan y todo lo que se le quiera dar a la tierra o pachamama.
Cuando cada uno da su ofrenda, puede decir algunas palabras de agradecimiento y la frase que se dice es: "Pachamama, kuciya, kuciya" (Pachamama, ayudame, ayudame).

Una experiencia increible, de mucha emoción y mucha conexión con la naturaleza y los seres humanos. Gracias a la familia Andrade por su generocidad, apertura y disponibilidad total.







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