Esto es porque a partir de agosto aparecen los primeros brotes y la vida de la naturaleza comienza a salir de su invernal letargo.
La Pachamama o Madre Tierra, la naturaleza, la vida se la celebra con reuniones, cantos, ofrendas y ceremonias.
Pasando por Amaicha del Valle, nos enteramos de este acontecimiento y decidimos quedarnos para vivirlo.
Este es un pueblo ubicado a medio camino entre Tafí del Valle (Tucumán) y Cafayate (Salta), a unos 20km de las ruinas de los indios Quilmes. Según el cartel que esta en su entrada, cuenta con 5000 habitantes y esta a 2000 metros de altura.
Cuando llegamos el 31 a la tarde, el pueblo estaba con muy poco movimiento y si uno no viene con el dato es muy posible que se pierda lo que estaba por pasar. Por lo poco que sabiamos, algunas casas de familia y un centro cultural eran los lugares donde la gente se reuniría para, a partir de medianoche, comenzar la vigilia, la cual culminaría con los rituales del amanecer y del mediodía del primero.
Por las cosas de la vida, encontramos a la familia Andrade, lugareños, descendientes de pobladores originarios. Muy bien no se a que rama aborigen pertenecen, por la zona existieron varias, desde los Diaguitas, Quilmes, Tafís u otras. Lo cierto es que sí se que son personas sencillas, abiertas, generosas y agradecidas de la naturaleza.
Su casa, un rancho con su pequeño huerto (mayormente viñas), gallinas, caballos y un patio rebosante de hospitalidad.Nos abrieron sus puertas y su corazón.
Al dar las doce, como si fuera el año nuevo tal como lo conocemos (el del 31 de diciembre), hubo saludos para todos y a brindar con té de ruda, según la tradición. Parece ser que la ruda cura y limpia. Y ahí, sin más preambulo, la reunión se terminó y eso sí, quedamos para los que quisieran participar, a las 7 am en el mismo lugar.
Los dueños de casas, una pareja mayor (el 83 y ella 77, aunque para mi la anotaron mal y tiene mas) no paran de organizar y a atender a todos. Llegan sus hijos mayores (son los dos que aparecen junto a la doña en los videos)
En la tradición de la celebración, las mujeres más ancianas (y sabias) son las que hacen de comunicación con la Pachamama.
En el cerro, junto a una bandera de la comunidad aborigen, nos reunimos alrededor de una apacheta. Esta es una pila de piedras, de caracter sagrado.
Como última acción del ritual, se hacen las ofrendas a la Pachamama. Estas las podimos presenciar afortunadamente en el hotel donde estabamos por, que por casualidad, los Andrade tenía relación con el dueño del hotel y por no se que intercambio, hicieron parte de la ceremonia allí.(Ver video Ofrendas y palabras)
Como toda la mañana, hacia mucho frío y mucho viento. En el video un poco se mete el sonido del viento y no deja escuchar bien las palabras que se dicen.
En las ofrendas además de doña Celia que oficia como principal conductora, todos participan dejando en el pozo, todo tipo de regalos: agua, maiz, semillas, romero, vino, cerveza, papa, pan y todo lo que se le quiera dar a la tierra o pachamama.
Una experiencia increible, de mucha emoción y mucha conexión con la naturaleza y los seres humanos. Gracias a la familia Andrade por su generocidad, apertura y disponibilidad total.